lunes, 4 de enero de 2016

La soledad es un instante de plenitud

Mi concepción del realismo en poesía no me obliga a hablar de la realidad cuando escribo el poema, ni a tener las manos sucias del barro y el cieno de los que la vida está hecha.
Pero cuando salgo de casa, y las calles se me presentan con la evidencia de sus habitantes, o cuando leo los titulares de los periódicos en el quiosco de la esquina, esa realidad es otra; no digo que sea más real que la del poema, o que la vida me obligue a sacarme de la cabeza el sueño al que pertenece la otra realidad de lo que escribo.
Puedo concluir, por tanto, que existe un conflicto entre lo que veo o lo que, de esa mirada, pasa al poema.
Puedo designarlo fractura, y compararlo con las palabras que, como el agua que corre en las montañas, y es limpia por el filtro invisible de la piedra, se dejan purificar por la música del poema, cuando nacen en el verso ... como el agua en la fuente.

1 comentario:

  1. Ese triángulo palabra-música-imagen son capaces, por si solos, de mitigar cualquier instante de soledad
    ... o eso creo.

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