domingo, 30 de agosto de 2020

Mi verso es como el violín

 Me encierran en la prosa como cuando era niña y me encerraban en el cuarto obscuro porque querían que estuviese quieta.
¡Quieta!
De haber podido escudriñar mi cabeza errabunda, hubieran visto que era como meter en la perrera a un pájaro que ha huido.
Le basta con quererlo, libre como una estrella rompe su cautiverio y se ríe.
Lo mismo que hago yo.

sábado, 22 de agosto de 2020

Tres poemas recuperados

 Esperándolo se sopesa el tiempo, es ligero o pesado. Después de haberse ido hay un vacío que inclina la balanza.

La verdad -tan antigua como Dios- es como su gemelo, y va a durar lo mismo en co-eternidad. Perecerá aquel día en que él sea expulsado de la mansión del universo, como una muerta deidad.

Yo no la conocía, y en mi ignorancia fue como un don esperado. Ahora junto a mi puerta es el dolor.

lunes, 17 de agosto de 2020

Me hice libre

 Sé que me quieres, tú eres de fiar, cómo voy a temer equivocarme; defraudada no me despertaré en alguna sarcástica mañana viendo que ya el amanecer se ha ido 

y que me han llevado los jardines 

y que aquí no está ella.

No me voy a asustar, en ti confío, no habrá nunca una noche en la que vaya aterrada hacia ti

y tan sólo haya sombra en las ventanas

y ella ya no esté ... ¿Verdad que no habrá una noche así?

Seguro que eres de confianza; ¿sabes?, estaré más tranquila si tú me dices eso, cuando, bálsamo triste, donde me duela claves otra vez el aguijón.

lunes, 10 de agosto de 2020

En defensa propia

 La seda floja no te impedirá que caigas en un hoyo.

En cambio, sí una cuerda.

Sin embargo, ¡cuán falta de belleza en un recuerdo así para guardar!

Yo prefiero avisarte, cada paso que des hay una acequia, y dónde tú te pares hay un pozo.

¿Te quedas con la cuerda o con la seda?

Precios muy ventajosos.

Que ya hayan olvidado o que estén olvidando o que jamás pudieran recordar, es mejor no saberlo.

Los males de cualquier suposición nunca hacen tanto daño como una certidumbre comprobada

... férrea como un "lo sé".

domingo, 2 de agosto de 2020

En mi laboratorio de pruebas

La comitiva entró en el campo santo, en él metió un pájaro y cantó, gorjeando, trinando, haciendo quiebros que en todo el cementerio resonaban.
Y después de igualar su melodía, hizo una reverencia y continuó.
Debió de parecerle lo más propio aquella forma de decir adiós.
Aquí han muerto horas dulces, es un cuarto importante.
Dentro de estas paredes han vivido esperanzas que ahora
en la tumba son sombras.