jueves, 24 de octubre de 2013

El molde de las cosas pasadas.

Aquello que otros hacen, aunque no esté a la altura de aquello que tú hiciste ... te sobrepasará.
El tiempo es un patrón insensible que estrecha fríamente la mano del que parte, y recibe con los brazos abiertos ... como dispuesto al vuelo ... a los recién llegados.
La bienvenida ríe, los adioses se marchan suspirando.
No quieran tus virtudes de antaño ganar hoy sus laureles.
La hermosura, el ingenio, la fortaleza física, la nobleza, los méritos, la amistad, el amor, la bondad ... todo eso se halla preso del tiempo, que lo injuria envidioso.
Hay un rasgo común a todos los mortales: es el elogio unánime de la ultima minucia ... aunque salga del molde de las cosas pasadas.
Y así, un poco de oro sobre el polvo se aplaude más que el oro empolvado.
Serás un gran caballo que cae en primera línea y ... se convierte en tierra pisada y aplastada por la ruin retaguardia.
Las cosas que se mueven son las más llamativas ... no las que están inertes.

jueves, 17 de octubre de 2013

Amor es bestia, es poeta ...

Mi corazón es un río sin fondo ... un torrente airado ... ¿cómo puedo arrojar mi nombre a la tentación del agua?
No hace mucho tiempo, quizá a mediados del siglo XVII, vivía una mujer llamada Uneme, en una casita situada en el barrio del placer.
Un monje se enamoró de ella y empezó a visitarla con frecuencia. Pero su madre no veía con buenos ojos la relación y utilizó diversas tretas para impedir los encuentros.
El monje, incapaz de sobrellevar aquella separación, se suicidó.
Al enterarse de su muerte, Uneme huyó de la casa y se arrojó al Lago del Espejo.
Tanto el vencedor como el vencido no son sino gotas de rocío, sino el resplandor de un rayo ...
Así deberíamos ver el mundo.

jueves, 10 de octubre de 2013

La mar, canto indomable

Ahora y siempre, hombre libre, adorarás la mar; ella es tu espejo y miras la imagen de ti mismo en el desenvolverse del agua sin cesar ... como su abismo amargo ... es amargo tu abismo.
Gozas ... hundiendo el cuerpo en el vivo oleaje; lo acarician tus ojos y tus brazos, y ... tu oído se distrae muchas veces de tu propio gemido ... al rumor de su canto indomable y salvaje.
Ambos sois tenebrosos, y ... a la vez discretos; pero nadie vio el fondo real de vuestras tristezas.
Mar, nadie ha sondado tus íntimas riquezas ... con tan avaro celo guardas tus secretos.
Y he aquí que lleváis, ambos, siglos innumerables en un combate que esquiva las treguas de la suerte.
¿Tánto adoráis la sangre, tanto adoráis la muerte? ... eternos luchadores ... ¡hermanos implacables!