domingo, 29 de marzo de 2015

Percibimos la verdad dudando

Nada puedo decirte, y te diría ...
No quieres escuchar, y nada digo.
Y pongo a mi silencio por testigo...
de aquello que el amor no callaría.
Esas palabras muertas cada día,
que no pronuncio cuando estoy contigo,
que quiero liberar y que desdigo,
que tú no has escuchado todavía.
Mas, sin decirte nada, digo todo,
y tú lo sabes bien, sordo de amores,
porque tu mudo amor sella mi boca.
Si no quieres saberlo de otro modo,
ahoga entre tus besos mis clamores
y, sin dejarme hablar, vuélveme loca.

jueves, 12 de marzo de 2015

Un paseo después de anochecer

En mi cerebro ha tiempo habita como en su casa un gato hermoso, dulce, adorable y misterioso. Se queja, malla y nunca grita.
Su timbre es tierno y discreto ... pero calmoso o furibundo ... es siempre rico y profundo: aquí está todo su secreto.
Y esta su voz, cuyo hilo terso canta en mi fondo tenebroso, me aviva, filtro misterioso, me llena con un amplio verso.
Mis males deja adormecidos ... agita mis fiebres radiosas; para decir las grandes cosas no necesita de sonidos.
No ... no conozco arco que muerda sobre mi corazón doliente, y que haga más gloriosamente cantar su más vibrante cuerda ... que tu voz ... gato misterioso, gato seráfico y sensual, donde, como en lo espiritual ... todo es sutil y armonioso.

martes, 3 de marzo de 2015

Quiero el aire que tiene tu alma

El amor en mi seno, como abeja, viene a libar dulzura ... y conmigo sus alas o sus pies van jugando.
Ha anidado en mis ojos y en mi suave pecho se hizo una yacija; mis besos son su gozo cotidiano ... mas me quita el sosiego.
Loco ... ¿por qué lo haces?
Si me duermo, se posa con delicado vuelo y hace de mi rodilla su almohada ... y allí se quedará toda la noche.
Si taño mi laúd, él afina las cuerdas
El de la melodia si yo canto
Todas las cosas lindas él me presta
... pero, cruel, el corazón me ha herido.
Quieto ya, loco ... ¡Basta!
Si no, todos los días yo con rosas te azotaré, hasta echarte, y te ataré, cuando jugar desees ... por castigar tu agravio.
Mis ojos cerraré para que dentro quedes, te obligaré a ayunar por tu pecado, ni un alfiler daré por tus poderes.
Mas ... ¿qué ganaría si le tengo contrario?
¿Qué ganaré si azoto al niño loco con varejón o palo?
Siendo un dios, en desquite angustias ha de darme.
Siéntate, pues, tranquilo, en mi rodilla, y que mi pecho sea tu morada: asómate a mis ojos ... que me gustas.
Apiádate, amor, no te alejes ... retoza aquí conmigo.