martes, 22 de septiembre de 2015

Le queda un dedo al día

Yo viajera he encontrado una serpiente en la mesa del Poeta.
Y, sin embargo, ignoro aún qué he visto ... aunque bien sepa que la palabra, recayendo otra vez sobre mí, ha de decirme a qué porción de tu secreto pertenezco.
Tal vez, mientras tu hablabas, yo pude adivinar aquella oscura complicidad de tu nombre con la luz, o tú mismo me hayas dado por abundancia de ti el sésamo desde tu rapidísima quietud.
Pero yo volveré.
Yo que he viajado ... volveré.
Y acaso vea entonces al Poeta en el lúcido ojo de la hipnótica serpiente.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Mercadera de palabras IV

Tú y yo, que solamente a un estudio nos dimos,
el de amarnos, y el día, con tales pensamientos,
jubiloso surgía y moría, ya el arte
odioso del olvido ahora aprenderemos.
Tú y yo, que no quisimos otros celestes dones
salvo nosotros mismos, ni anhelamos la vida
fuera de tal deseo, ya todo lo borramos
como escrito sin fe: sólo palabras, polvo.
Mas dan su testimonio votos de enamorada
y los castos deseos, que nunca se deslizan
a ilícitos ardores; testimonio este pecho
que en el tuyo encontró el reposo y el áncora;
en nosotros no hay culpa: a asegurar me atrevo
mi fe de niña, el blanco y limpio designio,
puros como tú mismo ...
Ahora, separémonos; corazones que huyen
son alma divorciada que se aparta del cuerpo.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Mi harapiento cariño

Señor de mis amores, a quien en vasallaje tu mérito tiene tan fuertemente ligado mi deber, a ti envío esta escrita embajada como testimonio de mi respeto ... no como de ingenio alarde.
Deber tan grande que ingenio tan pobre como el mío, pudiese parecer escaso, falto de palabras su muestrario ... pero que algún buen pensamiento tuyo ... nacido de tu alma, toda desnuda ... lo cubrirá.
Hasta que cualquier estrella que en su movimiento guía  me distinga graciosamente con bello aspecto ... y cubra de atuendo mi harapiento cariño ... para poder mostrarme digna de tu amable respeto.
Entonces podré ufanarme de cuánto te amo ... pues antes no me mostraré ... donde tú puedas probarme.
Agotada de faenar  me apresuro al lecho, pero entonces comienza en mi cabeza un viaje ... que hace trabajar mi mente mientras el cuerpo descansa ... porque mis pensamientos, lejos de su morada, emprenden un celoso peregrinaje hacia tí ... y mantienen mis hundidos parpádos completamente abiertos, mirando en la oscuridad lo que ven los ciegos ... salvo que esta imaginaria visión del alma ... presenta tu sombra a mis ojos sin vista, que como joya suspendida, hace de la nocturnidad belleza ...
He aquí que mis miembros por el día ... mi mente por la noche ... por tí, y por mí ... reposo nunca encuentran.