sábado, 25 de agosto de 2012

La niña de aire

Cuando detenga mi paso, descansando en un banco del jardín ... bajo el cielo azulísimo  ... o cuando en  mi diván repose tan absorta que nadie que me viera podría decir que existo ... tomaré un libro en mis manos y ... penetraré en otros horizontes.
Y ... como una niña ... imaginaré los confines del jardín, cazando ... o el desván lleno de trastos ... o el sótano ... y esa puerta que abre a lo desconocido, y esas escaleras que conducen a los reinos de las profundidades
... las bajaré, escucharé con alivio el canto de extraños pájaros ... sonoros árboles de los bosques de Robin ... campanadas de embrujadas ciudades.
Más allá de esas puertas, desde mi cuarto de niña, pasaré como Alicia a través del Espejo ... o como Gerda persiguiendo a la pequeña Kay ... hasta admirables países lejanos.
¡Oh maravilla! mi libro, en un instante, me puede llevar ... de golpe, hasta la lejanía, donde otros niños juegan. Como desde la casa mamá contempla mis juegos alrededor de los árboles del jardín ... así veré a través de las ventanas de ese libro a otra niña, lejos, muy lejos ... jugando en otro jardín.
Pero no pienso que pueda ... por el mero hecho de golpear en la ventana, llamar a esa niña y que me oiga. Ella está jugando, absorta. No me oirá, no me mirará ... esa niña vive sola en mi libro.
Hace ya mucho ... en verdad ... que creció y se fue lejos ... ahora no es más que una niña de aire
... que sobrevive en el jardín.

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