lunes, 25 de octubre de 2021

Autoeutanasia sentimental

Me perdí cuando ya estaba salvada.
Sentí que el mundo me dejaba atrás.
Y ceñidos los lomos, al borde de la eternidad, 
volví a cobrar aliento, y oí en el otro lado la marea
decepcionada que iba retirándose.
Me siento, pues, como alguien que a su vuelta 
tiene extraños secretos que contar de mares muy lejanos;
como quien ha avistado raras tierras y vuelve con noticias, palidísimo,
de las puertas que guardan el espanto y que nadie ha franqueado.
La próxima ocasión quiero quedarme.
La próxima ocasión para ver cosas 
que el oído no ha oído
ni vio el ojo jamás.
La próxima ocasión ya no me iré.
Mientras el tiempo pasa de puntillas, 
pasan lentos los siglos vagabundos
y giran las esferas. 

1 comentario:

  1. ... con ellos compartía esas horas de asueto, licor y canciones, un hombre maduro llamado Harry Giventa, a quien Hal apreciaba tanto, que el 28 de julio de ese mismo año, se había intentado suicidar por él. Había tomado una curiosa mezcla de benzedrina, Membutal y líquido para limpiar máquinas de escribir.
    Durante los días que pasó en el hospital, la actriz no se separó de su lado. Cuando se recuperó, Hal Schaeffer pidió a su entrañable amiga que le acompañase a su casita de la playa.
    Marilyn se llevó el piano y a su criada negra; Hal a dos enfermeros que había conocido durante su estancia en el hospital.
    Según los vecinos, allí se drogaron y bebieron noche tras noche, para olvidar amores desairados y ex maridos celosos.

    ResponderEliminar