miércoles, 21 de diciembre de 2016

Soy un silencio recompuesto de pequeñas vidas anteriores

¡Adiós! Y si es para siempre,
aún para siempre, adiós:
aunque sin saber perdonar, nunca
contra ti se sublevará mi corazón.
Si ese pecho ante ti quedase desnudo,
donde tu cabeza tan frecuentemente descansó.
Mientras ese plácido sueño te invadía
que nunca puedas volver a conocerlo.
Aunque el mundo por ello te ensalce,
aunque se muestre a favor del golpe,
hasta sus alabanzas deberían ofenderte,
al fundarse en el dolor de otro:
Aunque mis muchas faltas me desfigurasen,
¿no hallaría otro brazo,
que el que una vez me abrazara,
para que me infligiera herida incurable?
Pero, no te engañes;
el amor puede hundirse en lento decaer,
pero por súbita sacudida, no creas
que los corazones así podrían desagajarse:
Así y todo el tuyo su vida retiene;
así y todo debe el mío, aunque sangrando, latir;
y el pensamiento imperecedero que duele
es que no volvamos a encontrarnos.
A lo mejor conoces todas mis faltas,
pero de mi locura nada conocerás;
todas mis esperanzas, adonde vayas,
marchitas, sin embargo, contigo van.
Todo sentimiento se ha desalentado:
el orgullo, que ni un mundo podría doblegar,
ante ti se doblega, por ti abandonada;
hasta mi alma ya me abandona:
¡Adiós! ... así desunidos,
desgajados de cualquier lazo más cercano,
seco el corazón, sola y agostada,
más que esto ... apenas si puedo morir.

1 comentario: