martes, 27 de octubre de 2015

El Poeta y yo (que no Platero), café, tango ...

No era un café, más bien era un garito:
sujetos con aspecto de matones,
muchachas provocando a los mirones,
y un ambiente de crápula y delito.
Platero y yo, y en medio aquel maldito
mundo de locas alucinaciones.
Hubo riña. Se helaron las canciones
y hablaron los cuchillos.
Sangre y rito. Y lo reconocimos:
Poeta era, más joven que el recuerdo,
rodeado de oscura turba de maleva gente.
Poeta, huésped de sombra en su quimera,
fingidor irreal de lo soñado,
desnudo espejo de mirada ausente.



 

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