sábado, 15 de agosto de 2015

Versos tardos

Qué poco importa, pasados con mucho los sesenta, dónde uno mire ... uno ya ha estado allá.
Sube humo de madera entre los árboles, lo atrapa una corriente de aire alta, y lo arrastra un remolino. Pero así ha sido muchas veces.
Tienen los árboles aspecto de llevar nombres tristes y seguir en las mismas, diciendo una y otra vez una misma cosa, en una especie de tumulto, porque un contrario, una contradicción, los tiene enfurecidos y con deseos de hacerlo callar.
¿Qué contrario? ¿Será esa mancha amarilla, el lado de una casa, lo que le hace a uno pensar que está riéndose la casa; o estas escentes, esantes pre-personae: primera mosca, una cómica infanta entre los trágicos drapeados, puerilidad de forsitia, una fracción de creencia, espectro y hechuras de la desnuda magnolia?
La vida del Poema en la mente aún no ha comenzado.
Aún no habías nacido cuando los árboles eran cristal ni has nacido ahora ... en esta vigilia dentro de un sueño.

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