De pronto un golpe ... aún baten las grandes alas en la aturdida joven.
Sus muslos acarician las obscuras membranas,
su nuca el pico atrapa,
su inerme pecho contra el pecho él obliga.
¿Cómo podrá, aterrada, librar los flojos muslos de las gloriosas plumas, con dedos imprecisos?
Y, ¿cómo no va el cuerpo a sentir tan extraños latidos?
Un estremecimiento en la entraña allí engendra el muro destrozado,
torre y tejado arden,
siendo así dominada por la sangre salvaje
de aquella imagen de aire.
... la escena en cuestión se rodó frente al hoy desaparecido teatro Trans-Luxe, situado en la esquina de la calle 52 y la avenida Lexington. En ella Marilyn intentaba sujetar la falda plisada de su traje de seda blanco, que revoloteaba a pesar de sus intentos, por el calor que emanaba de un respiradero del metro.
ResponderEliminarLa necesidad de Marilyn de ser deseada era tan grande que podía hacer el amor a una cámara. Debido a esto, su lujuria despertó lujuria en el público, a veces incluso entre mujeres. No había nada sutil en ello.
ResponderEliminarElla no era una improvisación. Ella estaba preparada, e incluso ansiosa, para dar lo que ofrecía.
Esto lo decía de ella William Manchester y nadie lo duda. Aún soñamos con ella