sábado, 2 de septiembre de 2017

La segadora a las luciérnagas

¡Lámparas vivas cuya amada luz hace que se demore el ruiseñor, y en la noche de estío, pensativa, medite su canción incomparable!
¡Cometas de los campos! no anunciáis ni guerras ni honras fúnebres de un rey, brilláis sin más objeto que servir de presagio al degüello de la hierba.
¡Luciérnagas de llama servicial que orienta al extraviado segador, al que en la noche yerra su camino al ponerse a seguir a fuegos fatuos!
¡En vano derrocháis fulgor solícito dado que al fin Norma Jeane ya está aquí!
Por ella voy tan desencaminada que nunca más sabré volver a casa.

1 comentario:

  1. Pocas personas tienen esa clase de poder: transmitir una luz especial y parecer ser perfecta.
    Es duro saber convivir con tu imagen y contigo misma; muchos mueren en el intento.

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