jueves, 25 de mayo de 2017

El ángel que en la tarde desciende del espíritu,

y quema el suelo de la página,
y mancha de orvallo los campos del invierno donde la hierba insiste en mantenerse
... tiene la vista cansada de infinito.
Lo cojo de la mano y oigo arrastrar sus alas detrás de mí, mientras avanzamos por el asfalto.
Es cierto que los ángeles no están hechos para andar; y que sus pasos dibujan un vuelo desmañado con la duda ebria de un rumbo.
Mas lo siento en la silla de taberna ... le pongo delante el amargo cáliz del aguardiente matinal y ... le veo engullir hasta el fondo las gotas de fuego del infierno, saboreando el sol que por un instante despunta entre las nubes que lo expulsaron.

3 comentarios:

  1. Podría decirse que tenía cierto ángel, aunque yo lo llamaría carisma y sobre todo un romance hasta la muerte con la cámara.
    Más que guardarla la lanzó a los lobos, pero no todos son buenos, ya sabéis la historia Luzbel ...

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  2. Hay que cuidar a los ángeles.
    También mueren.

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