miércoles, 20 de abril de 2016

La luz de la memoria

Tuyo fué el espíritu de los viejos cuentos, ellos fueron tu infancia ... su inmenso asombro, las hazañas y el supremo gozo conmovieron tu corazón con sus temores y esperanzas.
Tú escuchaste a la Bestia, y el cuerno de Rolando, y aquel grito sembrador de guerra del inerme Aquiles.
Tú viste las tierras de aventura, las rumorosas costas y los mares y bosques desolados ... la isla, el valle y la obscura montaña.
En Samarcanda levantaste un tenderete, y en él magos de furtiva mirada traficaron ... allí, una noche, el maligno Afrit te raptó, y entre sus alas fuiste más allá del Monte Ararat.
Tuya fue el ansia de fortuna que te llevó a embarcar con una jarra de monedas rumbo a Basora y cruzar la mar.
En una cueva centáurica te regalaron la sabiduría.
Te mostraron los nombres de las plantas, y a orientarte por brillantes estrellas en los obscuros bosques.
Cosas hay que dejan, en aquel que las ve, la llamada más fuerte y ... hay sonidos que aquél que los escucha, por siempre los repetirá en su alma.
¿Qué fue esta tierra, hijo de dioses, para tí?
Desde tu país del sueño, tú, soñador, venías ...
Y en tus oídos aún resonaban antiguas músicas
Y en tu cabeza las gestas de los muertos
Y aquellas heroicas épocas ya olvidadas
Y una tierra tan abatida, demasiado tarde, tus pasos retornan
Y ansías escuchar los ruiseñores del mediodía, y aguardas.
Desolada ... la aventura huyó.
Y ahora, aunque seductor fluya el río y cada recodo con álamos, cada meandro o islote a tu alma reclame ... aún así ya nada esperes ... la esperanza ha muerto.
Las áureas arboledas hace mucho tiempo se extinguieron ...
Y sobre el mundo ya no quedan ciudades encantadas.

1 comentario:

  1. "No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente"
    Virginia Woolf
    1882-1941

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