jueves, 2 de marzo de 2017

A una estrella del celuloide que quiso suicidarse

Agarrándome de nuevo al fuero me grito, me insulto los espasmos, los vomito ... me muerdo la clavícula y me desdento, trato de amordazarme el alma y ... ahí no llego.
Reto a las galaxias, las esputo y les ajordo: ¡guarras, embusteras del seráfico orgasmo, alcahuetas!
¿Por qué me escogisteis de verdugo?
La ajusticié y ella era inocente.
Debíase a otros códigos, otras penas ... previsión vuestra era virtud en su cultura.
Redacté con tinta imborrable de la historia en su escabroso apéndice, la sentencia contra quien jamás cupiera ni cayese en desacato.

1 comentario:

  1. Reconozco no sentir empatía hacia Arthur Miller. Como escritor me parece retorcido y espeso; dejó mucho que desear como padre y marido ... cambiaba mientras la desposada seguía en su cama. Fue cruel con ella

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