jueves, 1 de mayo de 2014

Requiem por mi padre

Vi al bueno, al falaz, al justo, al turbio, al simplemente entristecido por la ocasión ... la cera, el Dies irae ... al facundo, al opaco, al transparente, al sordo ... al que llegaba desde mi propia infancia a ofrecerme una imagen de lo que fui cuando el que había muerto ... en sus manos entera contenía mi vida.
Vi al sagaz, al cortés, al mezquino de ayuda, al que acaso le hiriera más a fondo que nadie.
No importa.
Óyeme.
Tú ... dondequiera que estés ... estás más vivo.
El incienso eficaz interpuso una leve cortinilla de humo y olor agrio.
Siguieron rituales las salmodias, el saeculum per ignem ... el túmulo severo, la presidencia familiar a un lado del lagrimal derecho de las tristes señoras.
Más también vi entre todos al que lo había amado.
Sólo entonces se alzó ... segura y mía ... en su dolor tu imagen.
La asamblea, devota o indiferente o enternecida ... circunspecta y simbólica ... se deshizo en saludos.
Perdona, padre mío, si no asocio, como tal vez debiera, mi llanto personal ... a lo narrado. 

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