Hay perfumes que en toda sustancia material hallan poros.
Diríase que filtran el cristal.
Cuando abrimos un cofre que nos viene de oriente y cuya cerradura rechina agudamente, o en un cuarto desierto, un armario escondido lleno del acre olor del tiempo, envejecido, encontramos, a veces, un frasco que aún envuelve el perfume inextinto de un alma que nos vuelve.
Vagas ideas ... como abatidas crisálidas sobre él dormían en las tinieblas, inválidas, y al cogerlo se escapan en un vuelo sonoro, tintas de rosa, envueltas de azul ... láminas de oro.
He aquí el recuerdo: pasa por el aire triunfante ... cierra nuestras pupilas ... vértigo deslumbrante se apodera del alma y la empuja a dos manos ... al abismo en que duermen los dolores humanos.
Ella contempla el negro abismo centenario, y como embalsamado que rompe su sudario ... se le desvela el mudo cadáver espectral de un viejo amor, ya rancio ... discreto y sepulcral.
Mañana, cuando extintos mi dolor y mi estro, yo esté hundida en el fondo del armario siniestro, y los hombres me olviden y me arrojen con asco ... decrépita, viscosa, sucia como hendido frasco ... yo he de ser tu sepulcro, testigo de tu fuerza y de tu virulencia.
Diríase que filtran el cristal.
Cuando abrimos un cofre que nos viene de oriente y cuya cerradura rechina agudamente, o en un cuarto desierto, un armario escondido lleno del acre olor del tiempo, envejecido, encontramos, a veces, un frasco que aún envuelve el perfume inextinto de un alma que nos vuelve.
Vagas ideas ... como abatidas crisálidas sobre él dormían en las tinieblas, inválidas, y al cogerlo se escapan en un vuelo sonoro, tintas de rosa, envueltas de azul ... láminas de oro.
He aquí el recuerdo: pasa por el aire triunfante ... cierra nuestras pupilas ... vértigo deslumbrante se apodera del alma y la empuja a dos manos ... al abismo en que duermen los dolores humanos.
Ella contempla el negro abismo centenario, y como embalsamado que rompe su sudario ... se le desvela el mudo cadáver espectral de un viejo amor, ya rancio ... discreto y sepulcral.
Mañana, cuando extintos mi dolor y mi estro, yo esté hundida en el fondo del armario siniestro, y los hombres me olviden y me arrojen con asco ... decrépita, viscosa, sucia como hendido frasco ... yo he de ser tu sepulcro, testigo de tu fuerza y de tu virulencia.
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