sábado, 30 de enero de 2016

Hemos viajado lo bastante como para dar rienda suelta a nuestras lágrimas

A los seis años vivía en un cementerio lleno de muñecas, evitándome a mí misma, mi cuerpo, sospechoso en su casa grotesca.
Hablaré de las pequeñas crueldades de la infancia ... siendo la tercera hija, la última entregada y la última recogida, cuando cada noche me desnudaba.
El yo que se negaba a chupar los pechos que no podía complacer
El yo cuyo cuerpo creció inseguro
El yo que pisaba las narices de las muñecas que no podía romper.
Pienso en ellas ... tan bien hechas ... tan perfectamente ensambladas mientras las apretaba contra mí; su piel suave y esos graves ojos de porcelana azul.
Venían de un país misterioso sin el dolor del nacimiento ... nacidas bien y en silencio.
Cuando quería hacer visitas ... el armario es donde ensayaba mi vida. Me escondía en él como quien se recoge en un árbol y crecía en el como una raíz, planeando el vuelo ... creyendo que llevaría mi cuerpo al cielo.
Y aunque no estaba cualificada, estaba segura de llegar allí o al menos subir como un ascensor.
Con esos sueños, guardando mi energía como un toro, planifiqué mi crecimiento y mi femineidad ... como alguien coreografía un baile.
Me quedaba sentada durante todo el día metiendo y encajando mi corazón en una caja de zapatos: recostada en silencio ... guardando mi pequeña dignidad.
No conocía a la mujer que sería ni que la sangre florecería en mí cada mes como una flor exótica; ni que los niños saldrían rompiendo de entre mis piernas, respirando despreocupados en su pequeña belleza.
No sabía que la vida, al final, pasaría sobre mi como un camión y todo lo que se mantendría de aquel tiempo en que tenía seis años sería un pequeño agujero en mi corazón ... un ángulo muerto en el oído ... para que pudiera escuchar con más claridad lo enmudecido. 

viernes, 29 de enero de 2016

La geografía del caos

Si quisiera describir el cuerpo que pisó la tierra en que hoy ando, con los mismos pasos que él, podría mirar a los campesinos, cuya mirada se pierde en un tiempo que tal vez se cruce con el de ese hombre de quien resta ... apenas ... la cabeza de piedra.
Vivo, habrá sentido los cambios que sucedían a su alrededor, pensando que era el fin del mundo
... y el mundo no acaba, contradiciendo lo que sentía.
Mas los hombres que prosiguen el ciclo al que también él perteneció ... respirando de acuerdo a las leyes del cielo ... no reconocen ya el sentido de ese movimiento en que los pasos coinciden con los vestigios que alguien dejó en la encrucijada inútil
... como si aún alguien supiera para qué sirven.

jueves, 28 de enero de 2016

Reflexión

Me gustan las mujeres de provincia
que van al café, y miran el humo
del cigarro ... cuando están solas.
Veo sus rostros en el espejo
de la memoria, y limpio
el cristal ... para verlos mejor.
Descubro los ojos que el tiempo
protege, y las manos sujetando
el tablero de la mesa ... como si escapara.
Les pregunto: ¿a quién amáis? ¿qué
secretos guardáis en la cartera? ¿por
qué no lustráis vuestra lágrima escondida?
Las mujeres de provincia son hermosas,
por la tarde, cuando entran en el café y están
a solas ... en la memoria que de ellas tengo.

miércoles, 27 de enero de 2016

Norma Jean Baker Mortenson vs Gladys Pearl Baker

Día tras día, estas fracciones que lo son todo,
cambian, crecen, transforman la mirada
que las ve, y construyen la imagen que
serán, ya prevista en el día en que
nacieran, para que no se diga que
los astros se equivocaron, como se
equivoca quien los cuenta. Y ellas, in-
diferentes a lo que no va con ellas, sólo
se distraen con lo que distraen, como
columpios que se empuja sabiendo
que volverán, y muñecos que
hablan sabiendo que han de callarse.
Ellas no; ahora el tiempo
las empuja y lleva adonde, cada
día, estar es ya no estar, y no dan importancia
a decir lo que tiene que adivinarse,
hasta que empiecen a decir
lo que, por ahora, no pasa de chácharas.

lunes, 25 de enero de 2016

Reflexión ... el ángel de la guarda

El ángel que en la tarde desciende del espíritu,
y quema el suelo de la página, y
mancha de orvallo los campos del invierno
donde la hierba insiste en mantenerse,
tiene la vista cansada de infinito. Lo cojo
de la mano y oigo arrastrar sus alas
detrás de mí, mientras avanzamos
por el asfalto. Es cierto que los ángeles no
están hechos para andar; y que sus pasos
dibujan un vuelo desmañado con la duda
ebria de un rumbo. Mas lo siento en la
silla de taberna; le pongo delante
el amargo cáliz del aguardiente matinal; y
le veo engullir hasta el fondo las gotas de
fuego del infierno, saboreando el sol que
por un instante despunta entre las
nubes que lo expulsaron.

domingo, 24 de enero de 2016

La brevedad de los dioses

Cuando era niña me solía salvar un dios del griterio y la férula de los hombres, jugaba segura y serena con las flores del bosque y ... las brisas celestes jugaban conmigo.
Igual que regocijas el corazón de las plantas, cuando alzan a ti los tiernos brazos, así colmabas mi corazón padre eterno, y como el firmamento era yo tu favorita ... sagrada Luna.
Hummm dioses todos, fieles amigos, ¡no sabéis cómo os quiso mi alma!
Verdad es que aún no os invocaba con nombres, y tampoco vosostros me llamabais nunca como hacen los hombres cuando se conocen.
Con todo, sabía de vosotros más que nunca supe de los hombres ... entendía el silencio del éter ... y de los hombres jamás entendí palabra.
Me crió la melodía del bosque susurrante, y aprendí a querer entre las flores.
Crecí en brazos de los dioses ...

viernes, 22 de enero de 2016

Todos tienen sus propias razones

¿Cómo? ¿Que estamos en guerra? ¿Y lo sabemos por los que guardan su asqueroso Yo para contarnos con qué ánimo inspeccionan el campo de batalla?
Incluso un caballo caería demasiado bajo al cocear con su casco trasero izquierdo a esos narigudos y ... sin embargo los que arriba se sientan los acogen dándoles cuenta de todo ... alimentando a esa escoria en su propia mesa.
¿Pero cómo? ¿El acontecimiento no fue suficiente para vencer al enemigo interno?
Él, que corrió decidido al frente para hacer méritos en su diario presentándonos la guerra que imagina ... ¿no caerá?
¿Vive y no combate?
¿Hace prácticas siquiera?
¿Es esto una guerra? ... yo creo que es la paz: los mejores marchan y los peores quedan.
Éstos no han de morir ... son escritores.

miércoles, 20 de enero de 2016

Pesque Isle

Pensabas que no lo sabíamos. Pero una vez lo supimos ... los niños saben esas cosas.
No te vuelvas ahora ... habitamos una mentira para apaciguarte.
Recuerdo un rayo de luz en la temprana primavera, terraplenes enredados en el obscuro arrayán ... me recuerdo tendida en un bosque, tocando el cuerpo de mi enamorado.
No te vuelvas ahora ... negamos la memoria para consolarte.
A semejanza tuya cantamos los términos de nuestro castigo.
Algo recuerdo ... no todo ... el engaño empieza como olvido.
Recuerdo pequeñas cosas ... flores creciendo bajo el espino, las campanas de la escila silvestre.
No todo, sólo lo necesario para saber que existes ... ¿quién más tendría razones para crear recelo entre amante y amada sino aquel que obtuvo provecho, aquel a quien volvíamos en soledad?
¿Quién más envidiaría el lazo que entonces nos unía como para decirnos que no era la tierra lo que estábamos perdiendo ... sino el cielo?

martes, 19 de enero de 2016

No se puede culpar al barómetro de las tormentas

No se dice que una palabra se oxida, como pasa con los metales. Pero hay palabras que herrumbran, y ... no sé que hacer para limpiarlas, para que tengan el brillo de la primera vez que fueron dichas.
Tampoco se dice que un sentimiento se oxida en contacto con el aire, o que hay que mantenerlo en una atmósfera pura ... ajeno al viento y la humedad. Al contrario, cuando se encuentra expuesto al tiempo el sentimiento ... gana la fuerza que le permite resistir a lo efímero.
Sin embargo, estas palabras que parecen oxidadas podemos pasarlas por la esponja del sentimiento.
Lo que parecía polvo se transforma en luz ... y vuelvo a decirlas para que oigas ... en el filtro del poema ... lo que el amor hace a las palabras.

lunes, 18 de enero de 2016

Dubitando deritante percipimus

Dios de piedra y sangre, cuerpo que se extiende por la arena límpida bajo el olvido de los sedimentos, y busca la tierra calcinada donde los ángeles obscuros del fin empujan las puertas de sus casas.
Dios que tropieza en las calles escarpadas de un azar de sombras, al caminar sin rumbo ... sin saber que él es el único destino; ángel y sombra en la pared blanca que las lluvias cubrieron de musgo ... corroyendo sus párpados como el velo de una neblina de Invierno.
Dios donde el fulgor de la vida se apagó cuando la jauría de los siglos le rasgó las venas ... e hizo correr el río de palabras que inundó las orillas de una planicie de silencio; ciego ante las iluminaciones y sordo para los oráculos ... ofrece a los oídos de las estatuas el desafío mudo de sus labios secos ... descubriendo en el filtro de los astros la imagen que un incendio de números esculpió en las cenizas de la eternidad.
Lo perdí a mitad de camino, en el suelo de los instantes ... entre las hojas cárdenas de una floresta de crepúsculos.

sábado, 16 de enero de 2016

Hic Locus Est Ubi Mors Guadet Succurrere Vitae

Donde las máquinas pelean con el hombre, y pérdida de sangre significa ganancia económica, donde el hambre reina y la riqueza compra la alimentación ... ¡no tengo nada que ver con esta humanidad!
Donde los hombres proscriben sus deseos y donde los sentidos alcanzan el pecado, donde el amor es fuente de oprobio y la naturaleza de deshonra ... ¡nada puede unirme a estos hombres!
Donde los hombes libres atienden al bullicio mientras apariencia y miedo eterno conspiran para, como tiranos, seguir siendo esclavos ... nada se me ha perdido en tales reinos.
Donde la presión en todas sus formas paraliza el espíritu y la palabrería se enciende a sí misma, donde la tecnica se acomoda a la muerte ... ¡no puedo fundar mi dicha en un mundo así!
Donde la magia impura alquiló secretamente todos los fines de la vida al medio infame ... ¡cómo deseo irme lejos de este apartamento en el que una escoba me hace frente!
Donde arbitrariedad, usura, enfermedad, odio y bajeza se muestran como aliados de la gloria en el combate, quiero audazmente, por oposición a la patria ... ¡que se me tenga por una de sus mayores cobardes!
Donde en lugar de campanas los cañones  llaman a los devotos cristianos a oración ... el diablo no tiene nada que ver con estos que ya han creado un infierno en la tierra.
Donde cae el honor y la deshonra está en alza, donde hoy es valioso quien ayer robaba ... con gusto hubiese mostrado el camino a quien pudiese restituir el antiguo orden.
Donde ellos frente a cada puesta de sol mediante palabras y hechos maldicen su salvación; toda mi vida vivida y por venir ... ¡nada habré de buscar entre los iluminados!.

jueves, 14 de enero de 2016

No es que el mundo esté en tu contra sino que a veces navegas contracorriente

Tú, que un día subiste al tren donde yo ya estaba; tú, que traías contigo la diferencia de ser, y nadie te conocia ... a no ser de oídas ... que aún no habías entrado en ninguno de los poemas en los que ibas a entrar.
Tú, que llevabas contigo la diferencia de la mar, la levedad en los andades ... y hasta en el vuelo ... si el tren no hubiera comenzado a pesar, con el visto bueno a los pasaportes, para análisis que irían a durar toda la noche, con marcha lenta y largas paradas.
Tú, que dejaste tu sombra y sólo eso bastó para que el poema te guardase, bien guardada, en ese vagón en que esperas que la estrofa te devuelva otro pasaporte ... sin sellos ni fechas ... el necesario para que salgas, una vez más, del andén de la estación, hacia este tren ... que me atraviesa la memoria.

martes, 12 de enero de 2016

Ese orden de las cosas

No me refiero al orden cósmico, al equilibrio de los astros en sus órbitas, al desorden de los asteroides, a las convulsiones galácticas, a ese infinito que desaparece cuando los confines del universo se pliegan, y descubrimos que también puede haber unas antípodas más allá del fin de las últimas vías lácteas.
Tampoco hablo de la música que oigo, con los acordes de un clave barroco excediendo la cima de una belleza que ya estaba allí, en la variación anterior, y que no se imaginaba que puediera subir un grado y hacernos descubrir que hay siempre una belleza más allá de la propia belleza.
Hay otro orden en las cosas que  no veo, cuando las imagino, y empiezo a sobreponerlas unas a otras, sin saber qué cosas son, mas sabiendo siempre que no caen porque, por el hecho de ser abstractas y de que, por eso, yo no las veo, no hay ningún ángulo que entre en conflicto con otro ángulo, y las tire de su pedestal.
Esas cosas están donde siempre estuvieron, y he de tener cuidado para no tocarlas, cuando cruzo la calle de las hipótesis que formulo para saber dónde están. Voy de derecha a izquierda, recibiendo en la cara los vientos de todos los puntos cardinales; y las cosas se equilibran como el tallo de una flor intacta, o la línea de plomo de una medida invariable.
Puedo, sin embargo, hacer rodar el eje que las sustenta; y un ruido de motor hace andar mi cabeza, como si dentro de mí estas cosas encontraran su orden, y su movimiento natural fuera el camino que sigo para encontrarlas
... sin saber nunca dónde están.

sábado, 9 de enero de 2016

Algo me ha secuestrado el alma

Hice este camino decena de veces: salir del círculo. Pero siempre volví atrás.
Un círculo nos obliga a que lo cerremos; y cuando eso sucede, quedamos en el centro ... o seguimos el rumbo elíptico que desemboca en una de la secciones en que el círculo se rompe ... dejándonos salir de él.
Siempre que eso ocurre, me siento obligada a volver atrás ... a cerrar nuevamente el círculo y ... allí estoy yo ... dentro de él, en busca del centro ... si es que no estoy ya en el centro mismo.
Entonces, escribo sobre su perfección ... sobre el eterno retorno al que me siento obligada, cuando salgo de él, las decenas de veces que hice este camino ... antes de volver atrás para cerrarlo de nuevo.
Y me pregunto dónde está el problema.
Cuando estoy dentro, yo misma soy su problema, y por eso él se rompe para que lo deje y ... vuelva a ser perfecto.
Pero yo no creo en círculos perfectos; y vuelvo siempre atrás, para tener la ilusión de que puedo ser el centro del círculo, antes de volver a salir de él ... para que una vez más me obligue a cerrarlo.

jueves, 7 de enero de 2016

Il mio bene più prezioso

Como dos arroyuelos que las tierras dividen y con aguas alegres las guijas van lavando, y, luego de trazar y buscar mil recodos, se encuentran en el río de plateado pecho, donde en mayor corriente, al fin, ya se confunden ... así soy de mi Amado y él es mío.
Así nos encontramos tras un largo camino y nos unimos ya los dos en una esencia; ninguno renovó la súplica amorosa, pues yo fui cera y él era una ardiente llama; más que abrazo se dieron nuestras almas unidas ... así soy de mi Amado y él es mío.
Si todos los monarcas esplendentes que rigen las porciones serviles de esta redonda Tierra me brindasen, en trueque, sus grandes señoríos, no quisiera cambiar con ellos mi fortuna; su riqueza es lo opuesto a mi oro acuñado, el mundo ellos poseen ... pero es mío mi Amado.

lunes, 4 de enero de 2016

La soledad es un instante de plenitud

Mi concepción del realismo en poesía no me obliga a hablar de la realidad cuando escribo el poema, ni a tener las manos sucias del barro y el cieno de los que la vida está hecha.
Pero cuando salgo de casa, y las calles se me presentan con la evidencia de sus habitantes, o cuando leo los titulares de los periódicos en el quiosco de la esquina, esa realidad es otra; no digo que sea más real que la del poema, o que la vida me obligue a sacarme de la cabeza el sueño al que pertenece la otra realidad de lo que escribo.
Puedo concluir, por tanto, que existe un conflicto entre lo que veo o lo que, de esa mirada, pasa al poema.
Puedo designarlo fractura, y compararlo con las palabras que, como el agua que corre en las montañas, y es limpia por el filtro invisible de la piedra, se dejan purificar por la música del poema, cuando nacen en el verso ... como el agua en la fuente.

sábado, 2 de enero de 2016

Perdida dentro de ti

¿Que qué tengo para darte?. Una gramática de sentimientos, verbos sin el complemento de una vida, los sustantivos más pobres de un vocabulario íntimo: el amor, el deseo, la ausencia.
¿Qué frase construiremos con tan poco?
¿A qué léxico de paciencia iremos a robar lo que nos falta?
Entonces, te regalo otra casa. Las paredes tienen la consistencia del verso; el techo, el peso de una estrofa.
Te abro sus puertas, y el sol entra por la ventana de una sílaba, con su fuego vocálico, como si una palabra pudiese calentar el frío que te envuelve.
Y te pregunto: ¿qué otras palabras quieres?
¿La música sonora del reposo?
¿El espeso manto con que se escribe el terciopelo?
¿El fondo luminoso del azul?
Podría darte todas las palabras en la caja del poema ... o prestarte el efímero canto donde se esconden del mundo.
Pero no es eso lo que me pides.
Y la vida que late entre advervios y adjetivos se esfuma deprisa, cuando intentamos seguir la línea del verso.
¿Qué queda?, me preguntas.
Un encuentro es la esquina de la memoria.
Risas.
Lágrimas, el compasivo rumor de la noche.
Nada ... y todo.